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Las renovables crecieron en 2016 cinco veces mas que la nuclear

Es uno de los datos que recoge el último anuario que BP ha elaborado sobre la energía en el mundo: BP Statistical Review of World Energy 2017. Según ese estudio, las energías renovables (gran hidráulica excluida) crecieron un 14,1% en 2016 (53 millones de toneladas equivalentes de petróleo), mientras que la nuclear creció apenas un 1,3% (9,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo). La potencia nuclear solo creció netamente en un país: China. La producción de petróleo y gas apenas crecieron (0,3% el primero; 0,5% el segundo). En 2016, la demanda mundial de energía volvió a tener un crecimiento débil por tercer año consecutivo, aumentando sólo un 1%.

La eólica aportó más de la mitad del crecimiento del sector renovable global, mientras que la solar contribuyó a ese crecimiento con casi un tercio. Más allá de esas fuentes renovables, la hidráulica (que es catalogada aparte en el anuario BP) también creció mucho más que la nuclear en 2016. En concreto, tres veces más: un 2,8%, ó 27,1 millones de toneladas equivalentes de petróleo. China y Estados Unidos capitanearon ese crecimiento. El gran gigante asiático se convirtió el año pasado en la primera potencia renovable del mundo, puesto del que desbancó a los Estados Unidos. Y la región Asia-Pacífico hizo lo propio (arrebatar también el liderazgo) a la región que hasta entonces había encabezado esta clasificación: Europa-EuroAsia.

Con el precio más bajo de la última década (44 dólares estadounidenses para el Dated Brent en 2016), la producción apenas creció a escala global: un 0,5%. Es más, la producción de petróleo no convencional de Estados Unidos cayó de manera muy importante, según BP. El precio del petróleo (el más bajo desde 2004) solo animó marginalmente la demanda global, que en todo caso registró un crecimiento más que moderado: un 1,6%. La producción de las naciones asociadas en la Organización de Países Exportadores de Petróleo creció en 1,2 millones de barriles por día (esa fue la cara). La cruz se la llevaron los países no miembros, cuya producción cayó en 800.000 barriles por día, registrando así su mayor caída anual de los últimos 25 años.

Según BP, la combinación de una fuerte demanda con una débil oferta permitió que el mercado del petróleo absorbiera de manera gradual el exceso de oferta, que había persistido desde 2014, y se desplazara durante la segunda mitad del año 2016 hacia un punto de equilibrio. Aun así, las reservas continuaron en niveles altos y este exceso de existencias acumuladas en años anteriores hizo que los precios se mantuvieran bajos.

A finales del año pasado, la OPEP y 10 países productores no miembros de esa organización anunciaron un acuerdo para recortar la producción a fin de acelerar el ritmo de ajuste de las existencias de petróleo y que pudiesen volver a lo que BP considera unos niveles más normales. Según la petrolera británica, estos niveles todavía altos de inventario, unidos a otros factores, hacen poco probable un aumento considerable en el precio del petróleo en el corto y medio plazo.

El entorno de precios bajos de 2016 también se dejó sentir en el mercado del gas natural, donde la producción mundial se mantuvo esencialmente sin variaciones, un 0,3%, su crecimiento más débil de los últimos 34 años, exceptuando el momento posterior a la crisis financiera. En concreto, mientras la producción de gas estadounidense cayó por primera vez desde que se inició la revolución del gas no convencional, la producción australiana, sin embargo, aumentó de manera significativa con la puesta en marcha de nuevas instalaciones de gas natural licuado (GNL).

Por su parte, el consumo mundial de gas natural aumentó un 1,5% en 2016, un porcentaje pequeño en comparación con su tasa media de la última década (con grandes aumentos de su consumo en Europa (6%), Oriente Medio (3.5%) y China (7,7%)), para acabar representando un 24,1% del mix de energía primaria en 2016.

Lo más destacable en el 2016 fue el incremento de las exportaciones e importaciones mundiales de GNL, que crecieron un 6,2% debido a la producción de Australia. Este alza en el comercio de GNL refleja el cambio fundamental y continuo que se está produciendo en los mercados mundiales de gas hacia una mayor integración y una mayor competitividad y flexibilidad.

El consumo de carbón cayó con fuerza por segundo año consecutivo, experimentando un descenso del 1,7% debido principalmente a la disminución de la demanda tanto en Estados Unidos como en China. Esta disminución supuso que la participación del carbón en la demanda de energía primaria fuera del 28,1%, su menor cuota desde 2004. En cuanto a la producción, cayó un 6,2%, la mayor disminución anual registrada.

Según el anuario estadístico de BP, este decrecimiento, tanto en la oferta como en la demanda de carbón, apunta a un cambio estructural en el mercado (...), cambio que se debe a que el gas natural y las energías renovables son cada vez más competitivas frente al carbón para la producción de electricidad y también, a la presión social y gubernamental existente para sustituirlo por fuentes energéticas más limpias.

Con ello el mix energético a nivel mundial quedo configurado en el 2016 como sigue, con el petróleo y el gas como combustibles dominantes en cuanto a su participación en el consumo de energía primaria con un 33,3%% y un 24,1% respectivamente, seguidos del carbón (28,1%), la generación de energía hidráulica (6,9%), nuclear (4,5%), y las renovables (3,2%). Es decir, que las fuentes renovables (agua, viento, sol, biomasa y otras) generan ya más del 10% de la energía que usa el planeta.

En cuanto a la generación de electricidad, esta aumentó un 2,2%, con todo el crecimiento proveniente de los países en desarrollo mientras que en los países de la OCDE se mantuvo sin variaciones. Según BP, los datos de la OCDE reflejan, una vez más, las menores tasas de crecimiento económico de estos países, pero, fundamentalmente, un desacoplamiento cada vez mayor entre el crecimiento del PIB y la electricidad cuya explicación arranca en las mejoras de eficiencia energética implementadas.

El débil crecimiento de la demanda (1%) y la transición que ya está en marcha hacia un modelo que se presenta cada vez más renovable han propiciado que las emisiones de carbono por consumo de energía apenas variaran en 2016 por tercer año consecutivo: solo un 0,1%. Este promedio, el más bajo para las emisiones de carbono desde 1981-83, implica una mejora sustancial con respecto a la tendencia de años anteriores.