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El Trineo de Viento demuestra su utilidad para estudiar el cambio climatico

La 1ª Circunnavegación de Groenlandia se desarrolló entre el pasado 6 mayo y el 23 de junio y contó con la participación de cinco expedicionarios  (entre ellos  Ramón Larramendi, que ha diseñado el vehículo), que recorrieron 4.300 kilómetros en 49 días, tiempo en el que fueron totalmente autónomos y no se encontraron con nadie.

Larramendi señaló en una  conferencia ofrecida en Madrid la semana pasada para presentar los resultados de la expedición que la ruta elegida, circunnavegar el interior de hielo groenlandés, era peculiar, pero tenía sentido para probar el Trineo de Viento en un recorrido complejo que implicaba ir y volver, y así demostrar que con el vehículo España puede desarrollar un programa científico aprovechando sus posibilidades. 

El próximo reto, anunció, es la circunvalación de la Antártida, para finales de 2015. Serán 7.000 kilómetros en autonomía, durante 90 días y con seis personas. No quieren que sea sólo una expedición, sino el embrión de un programa nacional español antártico, con financiación pública y privada. Es una posibilidad que ya se ha hablado extraoficialmente con el Gobierno.

Larramendi reconoció que en el Trineo hay que incorporar mejoras en la cabina de pilotaje, reforzar las cometas y rediseñar las poleas, que soportan muchas tensiones, pero recordó que en la travesía de Groenlandia el presupuesto era muy modesto.

Sobre las condiciones meteorológicas que tuvieron que soportar, señaló que aunque al principio del viaje, en mayo, hacía mucho frío, a partir del 5 de junio subieron las temperaturas y en las tiendas se producía un efecto invernadero que permitía estar poco abrigados trabajando. Tuvieron buen tiempo los 50 días, ni una tormenta. Nunca habían visto nada parecido. Alguna vez hubo viento de 65 km/h, pero fue algo excepcional.

Otro de los exploradores, el investigador Manuel Olivera,  indicó que durante la travesía recogió hasta 300 muestras de nieve y realizó nueve experimentos, relacionados con las características de la nieve, encargados por el IPE-CSIC. Comprobó que había hasta 20ºC de diferencia entre la nieve del norte y del sur. Un grado de diferencia cada 100 kilómetros.

Lo que pasa en el Ártico tiene consecuencias para todos. La fusión del hielo incrementa el nivel del mar, cambia las corrientes marinas y perjudica el efecto espejo que tiene el hielo, pues estas zonas polares reflejan hasta el 80% de radiación solar. El problema es que es un espacio vacío en el que es complicado recoger información, así que los estudios se basan en simulaciones numéricas o satélites, pero es necesaria la observación directa en la zona para calibrarlos. Es ahí donde el Trineo de Viento ha resultado una posibilidad muy interesante.

Tras un primer análisis, el investigador ha concluido que los modelos sobre temperaturas en Groenlandia reproducen el patrón geográfico que siguieron los expedicionarios, pero tienen un desajuste de 3ºC menos respecto a los datos del Trineo de Viento. No quiere decir que haya más calentamiento, sino que en ese momento concreto hacía más calor y ello puede ayudar a calibrar modelos predictivos como el cambio climático.

Respecto al espesor de nieve, destacó que también los datos son interesante para calibrar resultados conseguidos por los satélites y comentó que encontraran cinco metros de espesor de nieve en zonas muy frías, muy al norte, donde se piensa que se convierte en hielo en menos tiempo.

El investigador polar de la Universidad de Alcalá de Henares Miguel Ramos, que asistía a la conferencía, señaló que el Trineo de Viento puede ser la motivación que necesita la investigación polar española: En el continente antártico pueden hacer muchas cosas, pero además de la faceta científica está la motivación que supone tener una tecnología española, que está probada, que pueden usar otros países y es esta instalación la que dará justificación a las investigaciones.