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La UE da marcha atrás en su política de promoción de renovables

Aún quedan seis años para que concluya la actual planificación de la política energética europea, pero Bruselas no ha querido esperar hasta el final para corregirla. De modo que, la Comisión Europea presentó ayer una enmienda a la totalidad a los planes aprobados por ella misma en 2008.

Entonces se fijó para 2020 un objetivo de reducción de emisiones de CO2 del 20% (en relación con 1990), un consumo de energía renovables del 20% y una mejora de la eficiencia energética del 20%. Del 20-20-20, como se definió aquella estrategia, se pasó ayer al 40-0-0. Y del énfasis en la sostenibilidad a dar prioridad a la competitividad.

La UE solo mantiene su apuesta por la reducción de emisiones, que eleva al 40% en 2030. En renovables, en cambio, se rebaja drásticamente, pues se suprimen los objetivos vinculantes a nivel nacional (20% en el caso de España) y se deja libertad a cada Estado para que decida si quiere disponer o no de energías alternativas. La meta común pasa a ser del 27% en 2030, pero Bruselas no podrá culpar a ningún país en concreto si no se consigue el objetivo.

En eficiencia, donde el objetivo del 20% ya no era vinculante, el compromiso se diluye aun más, aunque la Comisión se reserva el derecho de endurecerlo antes de que concluya su mandato (el 31 de octubre). Una hipótesis improbable para un equipo que estará ya en su recta final.

La comisaria de Cambio Climático, Connie Hedegaard, también subrayó sin la supresión de los objetivos nacionales para las renovables, la iniciativa no hubiera salido adelante.

Por otro lado, las eléctricas europeas señalaron que la sustitución de los objetivos nacionales por otros europeos permitirán que se alcancen a través de un mercado reforzado de emisiones, en lugar de mantener mecanismos de subvención muy costosos.

La reacción de la industria también fue favorable, aunque menos entusiasta.Los datos fueron corroborados por el estudio sobre precios publicado ayer por la CE. El informe señala que el precio de la electricidad para los hogares ha subido de media un 4% anual entre 2008 y 2012. Y las empresas europeas pagan por el gas entre tres y cuatro veces más que las de EE UU, Rusia o India.